Instinto Transmisor: energía, atracción y vitalidad
Dentro de los tres instintos básicos del ser humano, el instinto sexual - transmisor es el que nos impulsa a dejar huella, conectar intensamente y sentirnos vivos.
Mientras que el conservación busca seguridad y el social pertenencia, el transmisor necesita impactar, inspirar y expandirse hacia los demás.
Vivir con intensidad
El transmisor se mueve por la energía, la pasión y la vitalidad.
Siente que está vivo cuando algo lo mueve por dentro: un reto, una idea, una mirada, un proyecto… Le motiva el impulso de crecer, superarse y atraer con su fuerza interior.
Busca experiencias que despierten su fuego y le hagan sentir potencia, deseo, conexión y propósito.
Atraer y vincular
Tiene una presencia magnética que capta la atención sin apenas proponérselo.
Le gusta seducir —no solo en lo amoroso, sino también con sus ideas, su entusiasmo o su carisma— y conectar con personas de forma íntima y significativa.
Su manera de transmitir puede ser a través de la palabra, la mirada, el cuerpo o la energía. Lo importante para este instinto es sentir que influye y que deja algo de sí en los demás.
El reto del equilibrio
El transmisor, cuando se desconecta de sí, puede volverse impulsivo, dominante o demasiado competitivo. Busca constantemente novedades o intensidad, olvidando el valor de lo estable.
Su gran aprendizaje es canalizar su energía hacia algo que le trascienda, permitiéndose disfrutar también de la calma, la profundidad y la constancia.
Cuando logra integrar sus tres instintos —conservación, social y transmisor—, su fuego deja de ser una llama que arrasa… y se convierte en una luz que inspira.
“El instinto transmisor nos recuerda que la vida se enciende cuando compartimos nuestra energía… pero también cuando aprendemos a sostenerla.”
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